Joe Biden elevó este miércoles el tono contra Vladímir Putin a raíz de la invasión de Ucrania y le calificó de “criminal de guerra”, expresión que había evitado utilizar hasta ahora en sus discursos y que provocó la reacción inmediata del Kremlin. El presidente de Estados Unidos hizo este comentario al finalizar un acto no relacionado con la crisis, en respuesta a un periodista que le preguntaba por ello. Poco después, la Casa Blanca aclaró que Biden había hablado “desde su corazón” y añadió que un proceso legal desde el Departamento de Estado determinará si, en efecto, acusan al líder ruso de crímenes de guerra. Moscú tachó las palabras del mandatario demócrata de “imperdonables”.
La dureza del ataque contra Ucrania había atronado ese día en Washington. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, pronunció por la mañana un emotivo discurso por videoconferencia ante el Congreso de Estados Unidos invocando el recuerdo del ataque de Pearl Harbor y de los atentados del 11-S para pedir más ayuda ante el ataque ruso. El líder estadounidense anunció después la entrega de una partida adicional de 800 millones de dólares (unos 723 millones de euros) en material militar -incluidos drones- y denunció que Putin estaba provocando en Ucrania “una devastación espantosa” con bombardeos sobre edificios de viviendas y hospitales.
Fue después, en un acto sobre la ley contra la violencia machista en la Casa Blanca, cuando un reportero le preguntó por qué no lo llamaba “criminal de guerra”, si no pensaba que lo fuera. Biden, tal vez sin haber oído bien la pregunta, responde automáticamente que “no”, pero enseguida retrocede sobre sus pasos y añade: “Oh, creo que es un criminal de guerra”.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, respondió en una rueda de prensa posterior que Biden “estaba hablando desde su corazón” con relación a las “acciones bárbaras de un dictador brutal durante su invasión de un país extranjero”. Psaki explicó que, por tanto, las palabras de Biden no constituyen una acusación formal por parte del Gobierno de Estados Unidos, ya que el Departamento de Estado está llevando a cabo la investigación para determinarlo. La vicepresidenta, Kamala Harris, también recalcó la semana pasada durante su viaje a Polonia que creía que el presidente ruso debería ser investigado por ello.
Sin embargo, Washington se ha guardado hasta ahora de señalarlo formalmente, tal y como se demostró el pasado 4 de marzo, a raíz del ataque a la central nuclear ucrania de Zaporiyia, la mayor de Europa. La Embajada de EE UU en Kiev calificó la agresión de “crimen de guerra” en un mensaje de Twitter, pero la Administración no solo evitó esa expresión sino que pidió al resto de legaciones diplomáticas que no se hiciesen eco.
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