El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha asegurado este miércoles que su Gobierno se va “a dar un tiempo” en las relaciones con España. “Una pausa para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista. Queremos tener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo, pero no queremos que nos roben, así como los españoles no quieren que les roben de ningún país. Y hacen bien. Pues tampoco queremos nosotros”.
Durante su conferencia diaria, conocida como La Mañanera, López Obrador comentaba aspectos de la reforma energética cuando se ha referido a las relaciones con España y ha cargado contra varias empresas. “A mí me gustaría que hasta nos tardáramos en que se normalizaran [las relaciones]. Creo que nos va a convenir a los mexicanos y a los españoles. Desde luego al pueblo de México y al pueblo de España”, ha dicho, para después continuar: “Era un contubernio de arriba, una promiscuidad económica, política, en la cúpula de los gobiernos de México y de España, pero como durante tres sexenios seguidos. Y México se llevaba la peor parte, nos saqueaban. Entonces, vale más darnos un tiempo, una pausa, a lo mejor ya cuando cambie el Gobierno ya se establecen las relaciones. Yo desearía que cuando no esté aquí no sean igual a como eran antes”, ha continuado el presidente mexicano, quien ha puesto el foco en sus antecesores: “[Felipe] Calderón tenía a Repsol, Iberdrola viene de [Vicente] Fox”.
Sorpresa por unas declaraciones “inexplicables”
El jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, se ha mostrado sorprendido por las declaraciones del presidente mexicano. Preguntado en Lyon (Francia), donde asiste a una reunión de ministros europeos, Albares ha alegado que estaba verificando cuáles habían sido exactamente las palabras de López Obrador y ha subrayado que debieron producirse en un contexto informal y a preguntas de los periodistas, pues México no ha hecho pública ninguna nota oficial ni el Gobierno español ha recibido ninguna comunicación al respecto, por lo que habría que preguntar al presidente mexicano qué ha querido decir, informa Miguel González.
No obstante, ha expresado su “sorpresa” por unas declaraciones que, a su juicio, se contradicen con las realizadas hace una semana por el propio López Obrador y con lo que le dijo su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard, con quien tuvo un “encuentro cordial” el pasado día 27 de enero en Tegucigalpa, donde ambos coincidieron en la toma de posesión de la nueva presidenta hondureña, Xiomara Castro. En Honduras, Albares comunicó a Ebrard la concesión del plácet al nuevo embajador de su país en España, Quirino Ordaz, que llevaba cuatro meses pendiente, lo que este agradeció públicamente.
El ministro español de Asuntos Exteriores ha subrayado que “la relación entre España y México es una relación estratégica que va más allá de declaraciones súbitas o palabras puntuales” y que, lejos de estar en pausa, el flujo de inversiones en ambas direcciones no han hecho más que crecer en los últimos años y es obligación de ambos gobiernos acompañar estas relaciones empresariales. En un tono más firme, ha añadido que “el Gobierno español no ha hecho ninguna acción que pueda justificar una acción de este tipo” y que lo que hará, en todo caso, “es defender los intereses de España en cualquier circunstancia y ante cualquier país”.
Las declaraciones de este miércoles en La Mañanera vuelven a tensar las relaciones con España, marcadas por la carta que en 2019 envió el presidente mexicano a Felipe VI exigiéndole que pidiese perdón por los abusos cometidos en la Conquista, un reclamo que no fue atendido por la diplomacia española por los términos en que fue dirigido, y que el mandatario mexicano tomó muy a mal.
Más allá de la misiva, durante los tres años que lleva en el poder López Obrador ha lanzado desde su conferencia diaria duros ataques a diversas empresas españolas, especialmente a las energéticas. Cada vez que el presidente mexicano trae a colación los antiguos negocios de algunas compañías, como Iberdrola o Repsol, con anteriores gobiernos, el discurso se enturbia y las relaciones diplomáticas parecen agrietarse. El presidente se duele una y otra vez de los negocios que hicieron las grandes firmas energéticas y turísticas en territorio mexicano con el concurso de presidentes como Calderón, Fox y otros. “Estaban acomplejados, fascinados con la Monarquía”, ha dicho este miércoles. Y ha tenido, como siempre, palabras laudatorias hacia el pueblo español, “que merece todo el respeto”. “Es un pueblo trabajador, bueno, extraordinario”, ha añadido.
En un mensaje críptico, el presidente mexicano ha hablado de “esperar”, de “ir despacio” con la diplomacia española. “Nos conviene darnos un tiempo por lo que sucedió”, en referencia a las relaciones comerciales entre las multinacionales españolas y la petrolera estatal mexicana, Pemex, por ejemplo, donde el presidente ha relatado algunos pésimos negocios en los que la estatal salió con muchas pérdidas. Preguntado por la prensa sobre qué implicaban sus palabras exactamente respecto a la relación con España, ha dicho: “Es solo un comentario, una plática aquí, una conversación. ¿Que ya no puedo hacer comentarios?”, ha sonreído. Y ha añadido que cuenta todos esos detalles para que la población mexicana conozca lo ocurrido en los sexenios que le han precedido. Pero ha negado tomar ninguna medida formal: “No, no, eso no se puede hacer, imáginese los internacionalistas, los diplomáticos, si de por sí me cuestionan porque soy de Tepetitán, un aldeano…”
“No confundir gobiernos con nación”, ha señalado el presidente. “Esto es cosa de los de arriba, de las cúpulas económicas y políticas, que son lo mismo, están mezcladas”. Y de nuevo ha evidenciado la buena relación de México con el pueblo español “perseguido por el franquismo”, los miles de republicanos que llegaron amparados por las medidas de acogida del expresidente Lázaro Cárdenas: “Vino gente preparada que contribuyó al desarrollo del país y que tienen nuestro respeto, también los españoles de allá”.
Con el nuevo embajador Quirino Ordaz, López Obrador habló de calmar las aguas y restaurar las buenas relaciones con España. Pero la dilación del Gobierno español para dar el plácet al diplomático enrareció el ambiente. Cinco meses tardó el Ministerio de Asuntos Exteriores español en aceptar a Ordaz, un antiguo priista cuyo nombramiento también ha traído conflictos en la política interna de México. Finalmente, Exteriores confirmó el nombramiento y el canciller mexicano habló de los “buenos oficios y simpatías por México” del ministro José Manuel Albares.
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