El canciller chileno, empujado a renunciar a un mes del término de Gobierno de Piñera | Internacional


El ministro de relaciones exteriores de Chile, Andrés Allamand, en Santo Domingo el pasado noviembre.
El ministro de relaciones exteriores de Chile, Andrés Allamand, en Santo Domingo el pasado noviembre.Orlando Barría (EFE)

El próximo líder de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), Andrés Allamand, ha debido renunciar al ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, a un mes del término del Gobierno de Sebastián Piñera, el 11 de marzo próximo. Lo hace en medio de fuertes críticas de la oposición chilena por “notable abandono de deberes”, porque se considera que mientras Chile vive una nueva crisis migratoria en el norte del país, por la llegada de inmigrantes de países vecinos, Allamand sostenía reuniones en Madrid relativos a su nuevo cargo que asumirá el 12 de marzo y que no se le ha visto activo hace semanas. El abogado de 65 años, uno de los principales rostros de la derecha chilena de las últimas décadas, ha comunicado este domingo su salida del Ejecutivo desde el Palacio de La Moneda, junto al ministro del Interior, Rodrigo Delgado, luego de una reunión virtual con el presidente Piñera, que se halla de vacaciones y que aceptó su renuncia. Allamand aprovechó la ocasión para informar al país su retiro definitivo de la política chilena.

Luego de las críticas levantadas sobre todo desde la oposición chilena, que pidió un pronunciamiento a la Contraloría y evalúa incluso una acusación constitucional contra Allamand en el Congreso, la Cancillería de Piñera debió informar en los días previos que el canciller se encontraba haciendo uso de su feriado legal entre el 31 de enero y el 14 de febrero, por lo que lo subrogaba en sus funciones en el subsecretario Rodrigo Yáñez. En estas dos semanas de vacaciones, el Ministerio de Relaciones Exteriores comunicó que Allamand viajó a Madrid, donde sostuvo encuentros con diversas autoridades locales y funcionarios de la Segib, en las semanas previas a que asuma formalmente el cargo para el que fue elegido en noviembre por unanimidad. El jueves pasado, fue el propio ministro español de Asuntos Exteriores, el socialista José Manuel Albares, el que informó a través de redes sociales de una primera reunión de trabajo con Allamand en Madrid, con fotografías incluidas.

Allamand indicó este domingo que informó al Gobierno chileno de su viaje a España durante sus vacaciones, porque en Madrid se halla la sede de la Segib. Agregó que mantuvo permanente contacto con las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores chileno que derivaron en las reuniones que sostuvo el viernes Chile con Bolivia por la crisis migratoria. “Sin embargo hay que admitir ­que esta situación que acabo de explicar ha originado una serie de críticas que afectan al Gobierno del que formo parte y, de paso, pretenden desacreditar el trabajo de la Cancillería. Estas críticas no solo han distorsionado las actividades que he realizado en el extranjero, sino que contribuido a tensionar inconvenientemente el clima político, en circunstancias que la serenidad favorece el traspaso el mejor traspaso del poder entre el actual Gobierno y el Gobierno electo” de Gabriel Boric, explicó Allamand sobre la renuncia, que se produce luego de conversaciones con Piñera.

Rostro histórico de la derecha –milita en el partido Renovación Nacional, que fue el partido del propio Piñera– ha sido por décadas un negociador que se ha hecho la fama de establecer buenas relaciones con quienes no necesariamente comparten su pensamiento político. Integrante del ala liberal de su sector, aunque con los años ha endurecido su postura, fue elegido para liderar la Segib el pasado 26 de noviembre. En el Gobierno de Salvador Allende fue un destacado dirigente secundario de la oposición. Abogado de la Universidad de Chile, a comienzos de los años ochenta comenzó a reestructurar la institucionalidad de la derecha chilena, encomendado por uno de sus padres políticos, Sergio Onofre Jarpa, que entre 1983 y 1985 fue ministro del Interior de la dictadura de Augusto Pinochet. Fue la época en que comenzaba un lento proceso de apertura como respuesta a las movilizaciones sociales de 1983. Allamand, entonces, fue uno de los fundadores del Movimiento de Unión Nacional (MUN), que buscaba la renovación de la derecha y no a reeditar el contestatario Partido Nacional, disuelto por el propio Onofre Jarpa. Desde entonces, se transformó en uno de los puentes fundamentales entre la oposición de centroizquierda y el régimen militar.

Hacia finales de la Administración autoritaria, fue uno de los principales negociadores de las reformas constitucionales de 1989 con la Concertación centroizquierda, aunque algunos de los compromisos asumidos por Renovación Nacional no fueron cumplidos. Junto a dirigentes como Evelyn Mattehi –candidata presidencial en 2013 contra Michelle Bachelet–, Alberto Espina y el propio Piñera, formaban a comienzos de la transición un grupo conocido como patrulla juvenil, una generación de recambio generacional con la derecha del golpe de Estado de 1973.

Presidió su partido y luego fue diputado entre 1994 y 1998, cuando aspiró a llegar al Senado y no lo logró, porque los socios políticos de la Unión Demócrata Independiente, UDI, le pusieron como competencia a una de sus mejores cartas. Allamand comenzó entonces una travesía por el desierto, que dio título a uno de sus libros donde conjuga el ensayo con las memorias. En el escrito, analiza el desarrollo y reconstitución de la derecha chilena desde la dictadura a la transición y repasa el fracasado intento por correr el partido hacia lo liberal. Tras una larga estadía en Estados Unidos y luego de años lejos de la política contingente, Allamand regresó a Chile en la primera mitad de la década del 2000, donde tuvo uno de los grandes conflictos con Piñera. En la elección de 2005, Allamand apoyaba firmemente al candidato presidencial de la UDI, Joaquín Lavín, cuando Piñera lanzó su propia candidatura por RN, el partido de Allamand. Fue una crisis entre ambos y que hizo temblar la relación de los dos principales partidos de la derecha. Pero aunque ninguno de los dos ganó La Moneda, porque triunfó Bachelet, dejó instalado a Piñera para la elección de 2009, en la que finalmente se hizo presidente.

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Allamand y Piñera han tenido una relación compleja, probablemente porque disputaron siempre el mismo papel protagónico en la derecha liberal. Fue Piñera, sin embargo, el que llegó a la presidencia, pese a que sus orígenes familiares están en la Democracia Cristiana, a diferencia de Allamand que siempre ha estado en este zona del espectro político. Los que conocen hablan de un lazo tirante y particular entre ambos, que son viejos conocidos. En su primer período como senador, Allamand dejó el Congreso para integrarse como ministro de Defensa del primer Gobierno de Piñera. Intentó sin éxito disputar la sucesión en 2013, cuando perdió la primaria ante el líder de la UDI, Pablo Longueira, por lo que nuevamente postuló al Senado y ganó. Estaba en el Parlamento en medio del estallido social de 2019 y, desde ese cargo, fue una de las principales voces que llamaron a votar rechazo en el plebiscito de octubre de 2020, donde ganó la opción contraria, de reemplazar la Constitución (80% contra 20%). Desde julio del 2020, lideraba el ministerio de Relaciones Exteriores de Piñera.

Casado en segundas nupcias con Marcela Cubillos, una de las principales convencionales de la derecha, Allamand informó este domingo de su retiro de la política local: “En este momento, que marca el cierre definitivo de mi larga vida en la política nacional, quiero agradecer el cariño de miles de compatriotas que confiaron en mí con su respaldo en las distintas responsabilidades que me ha tocado asumir y también a mis adversarios, con los que siempre procuré mantener una relación constructiva, de respeto, lealtad y amistad cívica”.

En el norte de Chile se vive hace meses una crisis múltiple que, entre otros elementos, incluye la alta inmigración irregular de loa países vecinos a esta zona. En los últimos días en la región de Tarapacá se han suspendido vuelos, corte de caminos, paralización comercial y manifestaciones masivas. Camioneros interrumpieron la entrada a la ciudad de Iquique, en protesta por la inmigración descontrolada de los países vecinos y el aumento de la delincuencia. La región de Arica y Paricanota, la puerta norte de entrada a Chile, se ha sumado a las manifestaciones.

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