Cuatro excolaboradores afganos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que aseguran hablar en nombre de 200 familias (unas 1.200 personas), han dirigido un llamamiento desesperado al Gobierno español, al que piden ayuda para salir del país. Su situación, alegan, es “trágica”. “Amenazas y extorsiones de los talibanes, desempleo, hambruna, carencia de servicios y aumento de precios. Muchos nos vemos obligados a vivir escondidos”, apostillan.
Los firmantes de la misiva —que aportan filiación, número de pasaporte, teléfono y correo electrónico— son tres hombres y una mujer que trabajaron en el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT, por sus siglas en inglés) de Bagdhis, bajo responsabilidad española entre 2006 y 2013, en proyectos agrícolas, ganaderos y de promoción de la mujer, así como un ingeniero de la construcción.
“Hemos escrito varias veces al Ministerio de Exteriores, pero no hemos recibido indicaciones claras. La sugerencia de viajar a Irán o Pakistán es casi imposible en las condiciones actuales. Muchos no tenemos pasaporte ni los medios económicos para pagar el viaje. Y aquellos que han logrado llegar a Teherán o Islamabad han sufrido largas esperas porque dichas embajadas están colapsadas”, alegan.
Ante la caída de Kabul, España puso en marcha una operación que se prolongó 10 días y permitió evacuar a 2.200 personas; pero solo 1.671 eran colaboradores del Ejército y la Cooperación española y sus familias; y el resto, trabajadores de la UE, la OTAN o EE UU. La mayoría no pudieron llegar desde Herat y Bagdhis, las dos provincias al oeste del país donde se desplegaron las tropas españolas, hasta Kabul. Y algunos que lo hicieron no lograron entrar al aeropuerto, sumido en el caos y rodeado de controles de los talibanes.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, prometió “no dejar a nadie atrás” y, tras viajar a Qatar y Pakistán, los días 11 y 12 de octubre se fletaron dos aviones que trasladaron a España a 244 afganos que habían llegado por tierra hasta Islamabad. Aun así, en Afganistán se quedaron muchos colaboradores españoles. Un grupo de exempleados de la AECID ayudó a identificar a unas 170 familias —que el Ministerio de Asuntos Exteriores confirmó y registró—, a las que posteriormente se sumaron otras 80 (cada familia la forman el trabajador, su cónyuge, sus hijos dependientes, las hermanas solteras y los padres) hasta totalizar unas 250, de las que en una primera fase se evacuó a medio centenar.
Desde entonces, se ha producido un goteo de traslados y ya suman 269 los afganos que han llegado a España con documentación expedida por las embajadas en Islamabad, Teherán, Ankara (Turquía), Nueva Delhi (India) y Nur-Sultán (Kazajistán), según datos de Exteriores. “Somos conscientes de que aún existen casos para los que estamos intentando buscar una solución que, en primer lugar, les comunicaremos a los propios interesados por canales que no pongan en riesgo cualquier operación ni, por su puesto, su seguridad”, asegura un portavoz de dicho departamento.
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El problema es que, para conseguir la documentación que les permite viajar a España, los colaboradores afganos tienen que viajar a algún país vecino, ya que la Embajada española en Kabul está cerrada y el embajador se encuentra en Doha (Qatar). Para ello, necesitan un pasaporte del que muchos carecen, ya que les ha caducado y tienen miedo de acudir a renovarlo por temor a ser identificados como colaboradores de los ocupantes extranjeros y sufrir represalias. Los talibanes dan los pasaportes con cuentagotas, para evitar la fuga de técnicos, e Irán y Pakistán exigen, además, a los afganos un visado cuyo precio es cada vez más caro.
Una vez que consiguen llegar a la capital de un país vecino, deben pedir cita en la Embajada española para solicitar protección internacional y tramitar la documentación que les permita viajar a España. Pero la falta de personal hace que estén colapsadas y el proceso se demore meses, sin medios para subsistir en un país extranjero y con el riesgo de que se les caduque el visado, según denuncian los excolaboradores de la AECID.
40 días de espera
S. N. explica que llegó a Islamabad el 13 de noviembre de 2021 y, aunque envió numerosos correos a la Embajada española pidiendo cita, nunca le respondieron. El 23 de diciembre se presentó en la legación diplomática sin cita y, tras ocho horas de espera en la puerta, alguien salió buscando un traductor. Eso le permitió entrar en la Embajada y solicitar la documentación, que obtuvo finalmente el 3 de enero. Por su parte, A.N.R. consiguió su visa tras 40 días de espera en Pakistán.
Los excolaboradores afganos de la Cooperación española aseguran que el Gobierno alemán evacuó recientemente a decenas de familias de antiguos empleados sin pasaporte ni visado con el visto bueno de las autoridades paquistaníes y se preguntan por qué España no puede hacer lo mismo.
También aseguran que Berlín financia el viaje y el coste del alojamiento de sus antiguos trabajadores en Islamabad o Teherán, mientras que Madrid ha dejado claro que deben sufragarlo de su propio bolsillo, lo que no está al alcance de la mayoría de los exempleados de la AECID. “¿Qué va a pasar con los cientos de familias que se han quedado atrás?”, se preguntan en su misiva.
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