Los servicios de rescate estaban preparados y dispuestos en la tarde del sábado para sacar al pequeño Rayan del pozo de 32 metros donde cayó el martes alrededor de las dos de la tarde. Cientos de curiosos han llegado desde todos los puntos del país para presenciar la operación. Pero la noche del sábado ha empezado a caer sobre la aldea de Egrán. Y era muy difícil tener noticias solventes sobre su estado.
Los técnicos marroquíes han acabado la última fase de excavación horizontal para llegar al pequeño. Equipos de socorristas y sanitarios han entrado en el túnel. Fuera del pozo aguarda una ambulancia equipada y un helicóptero de la Gendarmería Real para trasladar al pequeño si fuera necesario.
En la zona hay un amplio dispositivo de seguridad y varios técnicos, y efectivos de la Protección Civil, Ingeniería Civil, expertos en Topografía, además de efectivos de la Gendarmería Real y las Fuerzas Auxiliares, que han formado una barrera de seguridad para evitar que los cientos de ciudadanos congregados se acerquen al lugar de rescate.
Todo el país vive este sábado pendiente de lo que pasa en esta comarca situada a cinco horas y media en coche de la capital. De repente, a las 17.18 empezaron a oírse gritos de “Alá es grande, Alá es grande”. Antes ya se habían oído aplausos. Parecía que los socorristas iban a sacar al niño de un momento a otro. Las fuerzas auxiliares, con sus chalecos amarillos de la Gendarmería real había despejado el camino de salida del pozo desde el mediodía.
Los aplausos y los vítores comenzaban a hacerse más sonoros a partir de las cinco y media. Pero aún no había ninguna noticia cierta sobre el estado del niño. El padre, Jalid, y la madre, se encontraban al pie del pozo, junto a una ambulancia. Otros familiares como Munir Ajorra, de 38 años, aguardaban en la casa de Rayan. “Llevamos sin dormir cuatro días, desde que nos enteramos de que se había caído”.
Munir contó que Jalid, el padre de Rayan, estaba intentando sacar agua de ese pozo. “El pozo estaba seco desde hace 10 años. Y este año hay una gran sequía. Jalid traía el agua con una manguera desde la casa de su padre, que está un poco más arriba”, contaba Munir Ajorra.
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La policía no deja acceder a Egrán con vehículo desde la localidad más próxima de Tamorot, a 18 kilómetros. Pero la gente ha encontrado caminos de tierra para meter el coche o se iban directamente caminando. Mohamed, un vecino de Chauen, de 35 años, había pasado la noche del viernes sin dormir en Tamorot. Otros llegaron desde Fez, Rabat… Unos se subían en árboles y la mayoría rodeaban el perímetro de seguridad que había dispuesto la gendarmería alrededor del pozo.
Algunos grupos de jóvenes, al caer la noche, han comenzado a encender hogueras. Otros se plantean volver caminando a Tamorot, el pueblo más cercano, a 18 kilómetros. Y muchos otros están dispuestos a pasar la noche en vela, como ya pasaron la madrugada del viernes al sábado.
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