La decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de reconocer a las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, y el envío de tropas del Kremlin este lunes a esa zona de la región del Donbás controlada por separatistas prorrusos constituyen no solo una violación del derecho internacional, sino también un posible preludio de la invasión a gran escala del país, según ha denunciado la comunidad internacional. El anuncio de Moscú del despliegue de lo que define como “fuerzas de mantenimiento de la paz” en esa región hace temer además el recrudecimiento de una guerra que dura desde 2014, cuando Rusia se anexionó la república ucrania de Crimea y ofreció su apoyo militar y económico a los separatistas del Donbás. En esa contienda han muerto en estos casi ocho años de conflicto 14.000 personas. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han anunciado una primera ronda de sanciones económicas en respuesta a la decisión rusa.
Una región en una frontera estratégica
La región histórica del Donbás, dividida en dos oblast (unidades administrativas) —Donetsk y Lugansk—, se encuentra en el sureste de Ucrania en su frontera con Rusia. Su posición es estratégica pues tiene salida a través de Donetsk al Mar Negro, cuyas aguas permiten el acceso al Mediterráneo. Antes de la guerra que empezó en 2014, esta región era conocida sobre todo por sus riquezas minerales y por constituir un importante centro de producción industrial de acero y carbón.
¿Qué ha sucedido en el Donbás desde 2014?
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En marzo de 2014, Rusia se anexionó mediante un referéndum ilegal la península ucrania de Crimea —situada en el Mar Negro y que alberga la base naval rusa de Sebastopol— después de que las multitudinarias protestas del Euromaidán en Ucrania derrocaran al presidente prorruso Victor Yanukóvich, que había congelado por presiones del Kremlin la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea. En abril de ese año, y también con apoyo de Moscú, separatistas prorrusos celebran sendos referéndums en Donetsk y Lugansk para declarar su independencia de Ucrania y proclamar dos “repúblicas populares” que ningún Estado, ni siquiera Rusia, había reconocido hasta este lunes. En los casi ocho años transcurridos, Rusia ha proporcionado armas y apoyo económico a estas entidades separatistas y concedido la nacionalidad rusa a más de 700.000 de sus habitantes. La guerra entre los separatistas y Ucrania, que trata desde entonces de recuperar esos territorios, se ha cobrado ya 14.000 vidas. Los llamados acuerdos de paz de Minsk, firmados por Kiev, Rusia y las dos repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk en 2014 y 2015, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), no han bastado para lograr un alto el fuego duradero.
¿Quién controla la región?
Desde 2014, el Donbás está escindido en dos zonas: la controlada por los separatistas respaldados por Rusia, en la frontera con ese país, y la que aún sigue bajo dominio de las Fuerzas Armadas de Ucrania, en el oeste. Una línea de frente marca esa división. Los separatistas reclaman todo el territorio de Donetsk y Lugansk, pero solo controlan un tercio de su superficie—unos 6.500 kilómetros cuadrados según la OSCE—.
El reconocimiento de Putin de su independencia y el temor a una invasión de toda Ucrania
El reconocimiento ruso de las autodenominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y la entrada de tropas del Kremlin en esos territorios apunta a un presagio de invasión de Ucrania, a juicio de la comunidad internacional. Occidente teme una ocupación militar a gran escala de, al menos, todo el territorio ucranio situado al este del río Dniéper, —incluida la capital, Kiev— que parte Ucrania en dos y marca para Rusia una frontera natural; de su región meridional ribereña del Mar Negro o incluso de todo el país, en el escenario considerado más improbable de los tres citados. El Kremlin se aseguraría de esa forma avanzar en su objetivo de establecer una zona tampón entre la OTAN, la UE y sus fronteras, imprescindible a sus ojos para garantizar su seguridad. Desde noviembre, de acuerdo con datos de los países occidentales, Moscú ha desplegado al menos a 100.000 soldados junto a las fronteras ucranias. Estados Unidos cree que las tropas rusas que flanquean esos confines, en Bielorrusia y en la anexionada república ucrania de Crimea podrían llegar incluso a las 190.000.
¿Qué quiere la población del Donbás?
La población de los enclaves separatistas de Donetsk y Lugansk, ahora reconocidos como independientes por Rusia, es de unos 2,3 millones y 1,5 millones de personas, respectivamente, según cálculos aproximados de las organizaciones internacionales. De acuerdo con el último censo oficial ucranio, de 2001, la mitad de la población de Crimea y de Donetsk tenía el ruso como lengua materna, pero el paralelismo automático entre la identidad lingüística y cultural y la pertenencia nacional en Ucrania es reduccionista. El Donbás es un crisol de las dos lenguas y culturas, ambas de origen eslavo: en la región se habla ucranio, ruso y también un dialecto que mezcla ambos idiomas, el surzhik. Según una encuesta efectuada por el diario The Washington Post en 2021, en la zona del Donbás bajo control de Kiev, la mayoría de la población quiere seguir formando parte de Ucrania, mientras que en el área bajo dominio separatista, la mitad de sus habitantes apoya la integración en Rusia.
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